miércoles, 15 de agosto de 2007

Casi una guerra civil

Este relato se encuentra incompleto. Lo escribí hace ya bastantes años (en torno al 98 o 99), y hace tiempo que olvidé cómo quería acabarlo.


Si tienes una idea u opinión sobre él, o sobre cómo terminarlo, estaré encantado de escucharte. Gracias.

La guerra civil nunca estuvo tan cerca como en la primavera del 963.

En aquel entonces, el Consejo de Colonias ya se había establecido, pero tan solo tenía veinticinco miembros, y era poco más que un órgano nomimal, sin una forma válida de imponer sus resoluciones, que de todas formas tenían exclusivamente valor consultivo.

Todavía duraba la época dorada de la exploración, antes del ascenso de los Reyes Piratas, por lo que las fuerzas espaciales eran mayores de lo que estamos acostumbrados hoy. Las veinticuatro colonias que habían accedido a la independencia mantenían sus propias armadas, pero no podían compararse en capacidad ni en tamaño a la de La Tierra.

Aún no se había producido la fractura entre la sociedad planetaria y el espacio, y cantidades de dinero que hoy nos parecen imposibles, se dedicaban año tras año a la creación de nuevas naves y el mantenimiento de toda la estructura de la Armada y las nuevas colonias recién establecidas. Entonces era muy raro que fuesen corporaciones privadas las que financiasen el establecimiento en un planeta.

Sin embargo, a pesar de esa aparente bonanza, a pesar de que parezca que estamos hablando de una época de paz, se vivía mucho peor que ahora. La vida media de una persona apenas pasaba los ciento veinte años en un planeta civilizado, y no llegaba a los ochenta en las nuevas colonias.

Las batallas espaciales entre naves de exploración de diferentes patrocinadores eran comunes cuando llegaban al mismo tiempo a un sistema inexplorado, y los derechos de las personas no se entendían como ahora; a pesar de las resoluciones en contra, hubo masacres de colonos con el pretexto de la ilegalidad de su asentamiento.

Fue la última de estas operaciones la que condujo a la única vez en que la Armada de La Tierra estuvo a punto de volverse contra su gobierno.

En 960 fue elegido presidente de La Tierra Amhed Azhid, de ideología ultraderechista, tras una reñida votación con el moderado Zurcco Benjamin. La Cámara de la ONU, órgano legislativo, en los comicios del 962 arrojaron un resultado muy parecido, de nuevo con una ligera ventaja para los ultras del presidente Azhid.

Azhid era un auténtico "tiburón" que procedía del mundo de los negocios privados. Era el tipo de persona que hoy en día jamás reuniría ni los apoyos suficientes para crear un partido... pero eran otros tiempos.

Aunque los Reyes Piratas aún no se habían proclamado a sí mismos como tales, la piratería acosaba las rutas comerciales a lo largo y ancho de la galaxia conocida, y provocaban una terrible mortandad y pérdidas de material y dinero. Esos actos provocaron el descontento popular que es siempre el caldo de cultivo de las ideologías radicales... y Azhid había prometido acabar con ellos, sin importar los medios. Además, su programa político tenía la habitual demagogia de "pan para todos" que suelen acompañar a esta clase de radicales. Había nacido en la Unión Árabe, pero encontró su caldo de cultivo en Norteamérica.

Por su parte, Benjamin, un africano muy concienciado con las necesidades sociales, y que siempre abogó por el diálogo, consiguió la mayoría de los votos de Europa y Asia, además de una nutrida representación en África. Dicen los estudiosos que si no hubiera habido nueve candidatos de su misma sede electoral, quizá la historia hubiera sido otra. Pero eso no pasó, y en este ensayo nos limitamos a contar los sucesos que realmente ocurrieron.

Apenas llegó al poder, Azhid dio orden al Estado Mayor de la Armada, presidido por la almirante Joan Clavert, de incrementar sus esfuerzos contra los piratas, sin importar los recursos que debieran destinarse para ello.

Clavert era una mujer muy seria y comedida. Hay quien, mirándola con los ojos de la distancia, la relacionaba con la órbita política de Benjamin... pero la verdad es que atendiendo a sus acciones, hasta su renuncia en febrero del 963, tan solo hizo lo que cualquier persona con conciencia hubiera hecho. No me hubiera gustado a mí verme atrapado como ella entre dos fuerzas opuestas tan poderosas: las órdenes del Gobierno por un lado y por el otro, el buen hacer y la conciencia por el otro.

Así pues, obedeciendo sus instrucciones, empleó de la mejor forma posible sus efectivos. Los grandes cruceros, habitualmente dedicados a la exploración profunda o a la defensa planetaria, empezaron a recorrer las rutas comerciales en unas misiones para las que no estaba diseñados: las naves piratas, más pequeñas y maniobrables, podían dejarlos atrás con una facilidad pasmosa, y volver a desmaterializarse antes de iniciar el combate.

Los ingenieros diseñaban nuevos vehículos para atender a las nuevas necesidades, pero la construcción de una nave estelar es un proceso lento, y hasta mediados del 962 no salieron de los astilleros las primeras corbetas clase "Guardacostas". Debido precisamente a su especialización, su efectividad militar fue tan inferior que se retiraron del servicio apenas quince años después. Pero sin embargo, las ciento nueve Guardacostas construidas tienen su sitio en la Historia como las precursoras de los actuales patrulleros, un tipo de nave que no apareció hasta el 1005 como heredera directa de estas corbetas.

Con el empleo de las Guardacostas, los cruceros y grandes fragatas quedaron libres para dedicarse a otros menesteres... A los que provocaron la crisis... porque hasta entonces, ningún mando de la Armada había objetado en la lucha contra los piratas: los combates se regían por las normas de la guerra, y se respetaba la vida de los derrotados y aquellos que se rendían.

El 8 de Septiembre del 962, una flota pirata de medianas dimensiones, pero muy resuelta, ocupó la colonia de San Andrés Hermano, la saqueó y asesinó a la mayor parte de sus cien mil habitantes. La comunidad interplanetaria quedó horrorizada. San Andrés Hermano era un pequeño mundo sin riquezas especiales, por lo que no tenía protección de la Armada. De hecho, fue un crucero de Andrómeda, el Hespérides, el primero que llegó ante la llamada de auxilio. Según el relato de la bitácora del capitán de navío Herrán González, llegaron a tiempo de ver como un nutrido grupo de naves se desmaterializaban en los márgenes del sistema.

Azhid apenas tardó unas horas en acusar ante el Consejo de Colonias a Andrómeda de connivencia con los piratas, y amenazó con un bloqueo económico y hasta con una guerra si estas acciones se repetían. Pero lo cierto, y el contralmirante Martín Churruca, de La Tierra lo sabía bien, era que Andrómeda estaba teniendo los mismos problemas que el resto de la galaxia con los piratas, y sus pérdidas eran proporcionalmente mayores que las del mundo de Azhid, porque su capacidad de defensa era muy inferior. El propio Hespérides, que era un excedente de la flota terrestre comprado por los andromedanos, fue muy dañado unos meses después cuando socorría a un carguero de Nueva Cataluña del ataque de varios buques piratas. La oportuna llegada de un crucero acorazado terrestre con su escolta de fragatas, el Reina Victoria, puso fin al combate y evitó la destrucción del valiente crucero.

Este incidente consiguió calmar en parte al presidente Azhid, aunque cada día daba muestras de una mayor xenofobia. Durante mucho tiempo se rumoreó que la Armada había planeado el "rescate" del Hespérides para evitar un enfrentamiento sangriento y sin razón de ser con un buen aliado.

Como consecuencia directa de la masacre de San Andrés Hermano, el presidente ordenó a la Armada que encontraran la guarida de los piratas a cualquier precio.

Así, una fuerza de tareas fue puesta bajo el mando de Churruca, que era joven (poco más de cincuenta años), pero muy versado en la lucha contra piratas y de otras campañas que La Tierra se había visto obligada a mantener. Disponía de cinco cruceros, un crucero acorazado, veinticinco fragatas y transportes de tropas para una brigada de desembarco planetario, incluyendo medios blindados y dos alas completas de cazas de apoyo.

Azhid había presionado para que la fuerza de tareas 58 fuese asignada a uno de sus más estrechos colaboradores, el almirante Baldwin. Sin embargo, Clavert destinó hábilmente una flota menor de lo que un almirante debía mandar, para poder asignar a un oficial más moderado. Era finales del 962, y Clavert ya tenía miedo del presidente Azhid.

En realidad, no era la única que lo temía. Según se desprende de los documentos de la época, la mayor parte de los intelectuales y bienpensadores de toda La Tierra protestaban a diario contra el presidente y sus acciones beligerantes. Sin embargo, Azhid controlaba la mayor parte de los medios de comunicación de gran alcance, ya que pertenecían a su emporio financiero, y éstos realizaban un ataque continuo contra la oposición política y social. Al principio, era poco más que un desprecio a los perdedores, pero a medida que avanzaba la legislatura y se radicalizaba la postura del gobierno, los medios acusaban abiertamente de deslealtad y hasta de traición a todo aquel que no comulgase con las ideas de Azhid.

Esa actitud, fuera de todo lugar en un lugar pacífico como La Tierra, sin un enfrentamiento armado en más de cuatrocientos años, provocaba una fractura social de tal envergadura que causó huelgas generales y manifestaciones tan multitudinarias que exigieron medios militares para controlarlas, al ser insuficientes los policiales.

Sin embargo, de estos hechos, nada o apenas nada se hubiera sabido fuera del planeta de no ser por los medios extranjeros que, al mismo tiempo, veían restringido cada día su ámbito de actuación.

La inteligente organización de HTA, la cadena de holovisión de más prestigio de Andrómeda, consiguió informar más y mejor que la competencia, hasta que fue oficialmente expulsada de La Tierra para gran escándalo de los ciudadanos de todo el Consejo de Colonias, que seguían las evoluciones del conflicto.

La subsiguiente presión interplanetaria ante lo que era una clara violación del derecho a la libre información hizo que el presidente Azhid, una vez más, se echase atrás. Pero en el ínterin, concedió derechos de emisión a un nuevo circuito de Holovisión (pagado de su bolsillo) que emitía en una banda tan cercana a la concedida a HTA que impedía su recepción en todo el planeta. Sin embargo, en las colonias del Sistema Solar siguieron recibiendo los boletines. Su efecto fue tal que varios gobernadores se opusieron directamente a las directrices políticas de Azhid, que no dudó en usar a las fuerzas militares para controlarlos.

Mientras tanto, la flota de Churruca llevó a cabo sus operaciones siguiendo la ruta más habitual de las incursiones piratas.

Así pues, casi por fortuna, una de las fragatas, la Mercado de Amberes, interceptó un pequeño navío pirata cerca del sistema de Guetaria. En la breve batalla que siguió, la nave pirata resultó dañada, y al desmaterializarse, se pudo trazar su ruta aproximada.

Naturalmente, no era una ruta directa, pero el rastreo de las partículas que desprendía permitió continuar la persecución a lo largo de tres saltos, hasta que finalmente llegó a un pequeño sistema solar inexplorado.

La Mercado de Amberes descubrió con estupor que el sistema, catalogado provisionalmente como HK-223, tenía varias naves en órbita, y un servicio de reparación orbital. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando los ecos de las naves correspondieron al grupo pirata más activo de la zona, y de acuerdo con las lecturas registradas por el Hespérides, algunas eran las que habían atacado la colonia de San Andrés Hermano.

La capitán de fragata Bondda Calisto, comandante de la fragata, despachó inmediatamente un módulo de comunicaciones con el descubrimiento, mientras ponía sus sistemas al mínimo con la esperanza de no ser detectada y mantener un informe de la situación hasta la llegada de apoyos.

Durante los días siguientes, recopilaron valiosa información sobre la llegada y partida de naves, modelos, armamento, capacidades, y un sinfín de datos que sirvieron para poner coto a las actividades de ese grupo durante muchos años.

Cuando el módulo llegó a la Tierra, Clavert no tuvo más remedio que informar a Azhid, que ordenó la inmediata destrucción de la colonia.

Un módulo fue enviado a la Fuerza de Tareas 58 con un mensaje claro y personal de Azhid, tan violento y tan enloquecido, con un componente anticonstitucional tan poderoso, que Churruca mandó inmediatamente otro módulo a Clavert pidiéndole "instrucciones detalladas".

En ese momento, Clavert mantenía una dura lucha contra los partidarios del presidente en el propio seno del Estado Mayor de la Armada. En sus memorias dejó escrito que, aunque había pensado varias veces en renunciar a su cargo, tanto como descarga para su conciencia, como medio de presión social. La almirante aún creía que si el cisma social era lo suficientemente profundo, Azhid renunciaría al cargo y convocaría elecciones.

Así pues, envió un módulo por el circuito secreto indicando que llevase a cabo la operación del modo autorizado, esto es, destrucción o captura de la flota enemiga y control de la población. Cualquier medio ilegal no debía ser utilizado.

Churruca era un hombre inteligente, y aunque la información que le llegaba de La Tierra era muy sesgada por la censura impuesta a las naves militares (otro medio ilegal adoptado por la Cámara a iniciativa del gobierno), se hizo una idea de las tensiones que estaban ocurriendo.

Con las órdenes recibidas, el joven contralmirante comenzó a estudiar los informes que le habían llegado del comandante Calisto vía La Tierra para preparar el plan de ataque.

Según los registros históricos de la batalla, Churruca decidió emplear apenas una cuarta parte de sus fuerzas, confiando en una cuña de cruceros, con su nave insignia, el Halcón en punta, flanqueado por el Avispa y el Danubio, y cuatro fragatas guardando los flancos.

El combate fue un simple ejercicio de tiro al blanco, con las naves piratas huyendo y la cuña penetrando en su desorganizada formación. En apenas veinte minutos, todo había terminado. Churruca no sufrió bajas propias, y capturó la base orbital y siete naves piratas, además de dañar otras tres que lograron huir. En total, había quince buques enemigos, todos de tamaño asimilable al de una corbeta media.

Churruca recibió criticas por su medio de conducir la batalla. Según los sesudos analistas de los medios relacionados con el gobierno, el contralmirante podría haber tendido una trampa con el resto de sus fuerzas, cerrando la ruta de escape... Y podía haber hecho más daño del que hizo durante su pasada de ataque.

El primer punto es discutible, pero el segundo es totalmente cierto. La cuña terrestre podría haber aniquilado la pequeña escuadra pirata sin ningún problema... pero Churruca quería evitar unas muertes innecesarias. Todo militar sabe que no hay honor en la destrucción de un enemigo vencido de antemano. Y toda persona con buen juicio sabe que siempre que hay que evitar muertes innecesarias.

Durante los días siguientes, la Fuerza de Tareas estudió el sistema y mantuvo un bloqueo sobre el que resultó ser el único planeta habitado. En él, poco más de cinco millones de personas vivían en cuatro ciudades y varios núcleos menores alineados a lo largo del continente ecuatorial. Sobre esta zona se había aplicado una feroz terraformación, para convertir un terreno inhóspito (en realidad poco más que un desierto pedregoso) en una superficie de clima controlado capaz de albergar vegetación y unas oscilaciones térmicas aceptables.

Así pues, una vez culminada la fase espacial, comenzó el estudio de la conquista planetaria.

El general de brigada Artur Thomason, bajo las órdenes directas de Churruca inició las operaciones sobre el planeta el dos de febrero del 963. Un escuadrón de cazas de desembarco fue asignado para escoltar a la infantería espacial que tenía que asegurar la cabeza de playa, mientras que el resto del Ala 87, otros dos escuadrones, realizaban misiones de interdicción profunda en lugares estratégicos.

En aquellos lejanos tiempos, los cazas de desembarco eran, como ahora, naves atmosféricas capaces de partir de bases en órbita, realizar operaciones a baja cota en apoyo a tropas terrestres y volver a la órbita. Para cumplir esas misiones tienen que ser vehículos de gran tamaño para contener el combustible y los motores necesarios para salir de la atracción gravitatoria.

Hoy, un caza estándar como el Martin CD-1845 Heracles mide sesenta y cinco metros. Los usados por la Fuerza de Tareas 58 hace quinientos años, tenían que ser necesariamente más grandes y menos capaces. El CESA Mk.88 (nótese el cambio de denominación ocurrido en el 1120) medía ciento cincuenta metros, y era transportado en grandes portacazas destinados a tal efecto, en lugar de ir en los hangares de las naves de la flota, como ocurre actualmente. Pero es que en el milenio pasado (y hasta bien entrado este) los cruceros y otros grandes buques no solían llevar los hangares que conocemos, sino grandes silos de misiles para el ataque planetario.

Pero me estoy desviando de mi relato. Los infantes, con sus trajes acorazados, aterrizaron en el lugar preciso, sin encontrar ninguna resistencia. No dispararon ni un solo tiro mientras aseguraban un perímetro de dos kilómetros cuadrados. Los Mk.88 no encontraron ni un ápice de oposición, y las misiones de interdicción profunda volvieron sin atacar la mayor parte de sus objetivos, por carecer de valor militar.

A partir de la noche inició el descenso de las tropas de desembarco, en transportes regulares. Durante la mañana del 4 de febrero ya estaba operativo un cuartel de avanzada, con el regimiento de medios aéreos y las dos primeras compañías de reconocimiento acorazado.

Se llevaron a cabo vuelos sobre las ciudades, tanto por los Mk.88 como por los pequeños Mk.19, los cazas antigravitatorios de la brigada de Thomason. En esos días se apreció por primera vez una cierta organización de milicias, dotadas de armamento ligero, que incluso dispararon contra los aviones sin lograr ningún resultado.

El 5 de febrero, a bordo del Halcón se celebró un Consejo de Mando, presidido por el propio Churruca, y con la participación de los comandantes de los diferentes buques por parte de la Armada, y de Thomason y los jefes de los regimientos por parte de las tropas de desembarco, además del coronel Alberto Veneciano, de la infantería espacial.

El motivo de la reunión eran las órdenes recibidas por parte de Azhid. Se les ordenaba destruir la colonia, que estaba formada por civiles inofensivos con diversas ocupaciones. Las únicas ilegalidades eran el uso de materiales obtenidos gracias la pirateo, y la ocupación de un sistema inexplorado. Todos convinieron en explicar la situación y solicitar información complementaria a la base. Así pues, la fragata Achille Lauro lanzó un módulo de comunicaciones que no tardaría en obtener respuesta: Azhid en persona les ordenaba inmediatamente la ocupación de todos los núcleos habitados, la búsqueda de los piratas que vivieran camuflados entre los demás, y la preparación para la deportación de todos los habitantes.

Lo que en esos momentos no sabía la Fuerza de Tareas 58 era que, desde hacía dos semanas que habían asegurado el sistema HK-223, los piratas habían cambiado de estrategia, y desde el 3 de Febrero habían comenzado ataques indiscriminados contra población civil en colonias poco protegidas de La Tierra.

Un autoproclamado "Rey de Regina Sacra", como habían bautizado el planeta, afirmó ser el representante de una colonia libre que había sido subyugada por el poder armado de La Tierra. Por tal motivo, anunciaban acciones hostiles hasta que se reconociese su derecho a la autodeterminación y la Armada terrestre se retirase de Regina Sacra.

Buscaban el apoyo de los otros veinticuatro miembros del Consejo de Colonias. Pero en lugar de eso obtuvieron una rotunda condena.

No obstante, para desesperación de Azhid, los piratas sabían muy bien donde atacar cada vez. Alguna vez presencia de la Armada en las proximidades consiguió éxitos contra los cada vez más numerosos piratas. Sin embargo, las flotas de los demás mundos nunca estaban cerca en los momentos de los ataques. Los suspicaces desconfiaron de tanta casualidad, pero el estudio de los documentos de las cinco colonias que realmente podían ofrecer su apoyo militar indica sin lugar a duda que no hubo ninguna mala fe en sus operaciones. La flota de Andrómeda, la más grande de las veinticuatro, apenas era una décima parte que la de La Tierra. Con esos números, la suerte hubiera sido que se hubieran encontrado con los piratas.

Mientras tanto, Clavert había usado todos sus esfuerzos para evitar la creación de una denominada "Fuerza de Élite", bajo las órdenes de Azhid, que en la práctica estaba compuesta por fanáticos adeptos al régimen, de carácter xenófobo y violento.

Cuando dicha fuerza quedó establecida en forma de dos divisiones completas de tropas de desembarco, y grandes sectores de la Armada estaban de acuerdo con sus planteamientos, Clavert, como última baza política, dimitió públicamente el 8 de Febrero del 963, no sin antes asegurar que la sucesión no caería en manos de los afines al presidente.

Su renuncia tuvo el efecto deseado. Al menos en parte. La mayor parte de los moderados que apoyaban la organización de Azhid vieron por fin con claridad lo que estaba pasando en su planeta. El resto de los más radicales, la acusaron de traición e intentaron abrirle un consejo de guerra. Sin embargo, el Estado Mayor de la Armada seguía teniendo una mayoría de opositores a los métodos del presidente, que consiguieron que Clavert saliese muy honrosamente.

Su sustituto fue el almirante Fernando Paulov, de casi noventa años. Serio, enérgico, muy diplomático... Y con las ideas muy claras. Sin embargo, tuvo que hacer varias concesiones... Como la confirmación de la Fuerza de Élite, o la creación de un ominoso Servicio de Inteligencia Civil, el SIC, una vez que habían fracasado todos los intentos de Azhid de convertir el Departamento de Inteligencia de la Armada en una policía política a su servicio.

Pero la larga mano izquierda de Paulov empezó a moverse al mismo tiempo que con la derecha firmaba el visto bueno de la creación del SIC. Como primera medida, creó una ultrasecreta sección dentro de Inteligencia para que vigilasen continuamente a sus homólogos civiles. A continuación cambió los destinos de todos los comandantes afectos al presidente. Muy a su pesar no pudo enviar a todos a servir en tierra, pero la mayor parte de los navíos de primera línea, incluyendo la totalidad de los acorazados, quedaron bajo mando responsabilidad directa de comandantes de marcado carácter moderado.

El almirante sabía que sus actos no eran los normales para una situación democrática, pero en su interior, como apuntó su biógrafo Agustín de Alforjas en 1043, Paulov estaba seguro que antes o después, habría una guerra civil, porque eran demasiados los que no iban a permitir que la nación más poderosa de la galaxia se convirtiese en una dictadura. Quería asegurarse que cuando eso ocurriese, la mayor parte de la Armada estuviese del lado de la Constitución. Era la única forma de evitar un derramamiento de sangre sin sentido, como el que ya estaba a punto de pasar en Regina Sacra.

Allí, a mediados de Febrero, Churruca recibió el módulo de comunicaciones del Estado Mayor. Contenía las órdenes impartidas de acuerdo con las instrucciones de Azhid, noticias sobre los acontecimientos en La Tierra, incluyendo la dimisión de Clavert, y un pequeño receptáculo marcado como "Alto Secreto" en el que Paulov explicaba de una manera mucho más directa la situación, y le pedía personalmente que mantuviese sus actos siempre dentro de la legalidad, hasta el punto de considerar ilegales las órdenes de cualquiera, incluidas las del Estado Mayor o del presidente, que contradijesen la jerarquía normativa: esto es, aquellas instrucciones que contradijesen la Constitución o las demás leyes.

Paulov sabía que Azhid carecía de los apoyos suficientes para intentar una reforma legal de la Constitución, y aún no veía peligrar su posición lo suficiente para arriesgarse a un golpe de Estado.

Churruca agradeció que la posición de Paulov coincidiera con la suya propia, y se sintió lo suficientemente reforzado moralmente en todos los sucesos que ocurrirían en los meses siguientes.

Dado que la deportación de civiles desarmados estaba fuera de la legalidad, y que la ocupación de las ciudades era un mero acto de fuerza del cual no iban a obtener ningún beneficio, y sí muchas bajas, la primera acción de la Fuerza de Tareas fue la infiltración de un contingente de agentes de Inteligencia. Su misión era mezclarse con el pueblo y conseguir localizar a piratas, que serían detenidos mediante rápidas operaciones de comandos.

El 25 de febrero llegó al sistema un grupo de periodistas de la HTA, en un pequeño yate de la Armada de Andrómeda. Tras unas breves negociaciones (Churruca sabía que unos periodistas nunca se iban a poner del lado del ejército) en las que pesó mucho el apoyo explícito del gobierno andromedano, los reporteros fueron autorizados a instalarse en el planeta.

Llegaron a tiempo de filmar la primera operación de comandos. El 25 por la tarde, hora local, un transporte de comandos sobrevoló la principal ciudad del planeta, Regina, y aterrizó sobre uno de los edificios de uno de los barrios más prestigiosos. Los soldados detuvieron a tres personas y salieron de nuevo en apenas cuatro minutos.

Las cámaras captaron como poco después del encuentro llegó un nutrido grupo de milicianos armados. El estudio de las imágenes, que aún se conservan en el Archivo Militar Central de La Tierra, y que Churruca dispuso antes de su envío a Andrómeda, mostró que, si bien los piratas no mostraban organización militar, su armamento era más avanzado del que habían dado muestras. En concreto se vieron claramente dos misiles antiaéreos portátiles Rayo, originarios de Nueva Australia, una colonia de La Tierra cercana ya a su libertad.

Al día siguiente, un vuelo de reconocimiento de Mk.19 fue recibido con el lanzamiento de varios de estos ingenios. Afortunadamente, las contramedidas y la pericia de los pilotos evitaron que tuviera mayores consecuencias. La siguiente patrulla sobre esa zona tuvo un propósito bien diferente. Por primera vez desde su despliegue, los aviones terrestres usaron sus armas.

Se enviaron cuatro aparatos armados con bombas guiadas por posición global. Hoy en día han caído en desuso por su vulnerabilidad a perturbaciones, pero entonces eran lo último: armamento guiado a un punto determinado de un planeta, determinado por su posición respecto al magnetismo natural. Durante la pasada de lanzamiento se registró el lanzamiento de varios misiles más, de nuevo sin consecuencias.

Tanto interés en defender una zona resultó tan llamativo que Thomason envió una misión para capturarlo. Dos compañías de infantería mecanizada, una sección de carros y abundante apoyo aéreo iniciaron el asalto la madrugada del día 26. De nuevo las cámaras de la HTA estaban allí.

Apenas hubo combate, ya que los nativos se retiraron en cuanto descubrieron que no tenían capacidad para oponerse con su armamento ligero. Aún así, dejaron cuatro muertos y dieciséis prisioneros.

Lo que defendían con tanto ahínco no era más que una vieja casona en la que se guardaban bienes de escaso valor procedentes de la colonia de San Andrés Hermano. Esa prueba palpable de la relación directa entre los habitantes y los piratas difícilmente habría sido hallada si no se hubieran empeñado en demostrar que estaba allí.

Azhid envió sus felicitaciones personales cuando la fragata Ardenas llegó a La Tierra con las noticias y los prisioneros. El presidente vio una ocasión perfecta de poner a prueba su "Fuerza de Elite", y tenía la excusa perfecta de que la Brigada de Thomason aún no había ocupado las ciudades.

Paulov no se opuso a la misión, ya que necesitaba conservar sus bazas diplomáticas para más adelante. Así, una división completa al mando de Cristina Torres, de la línea dura de las Tropas de Desembarco, partió el tres de Marzo con rumbo a Regina Sacra.

Azhid pretendía al mismo tiempo que Torres asumiera el mando de todas las operaciones, convirtiendo a Churruca en un subordinado, pero el Estado Mayor de la Armada propuso al contralmirante para el ascenso, que se formalizó dos días después. Así, cuando los transportes de tropas llegaron, Churruca era vicealmirante y seguía al mando de todas las operaciones, espaciales y planetarias.

La División Especial Número Uno llegó acompañada de una nutrida escolta de fragatas, que se sumaron a las fuerzas de Churruca. Al mando estaba el capitán de navío Alberto Fernández, que estaba más que harto de los continuos desplantes y mal talante de las tropas en general, y de la general Torres en particular.

Fernández, un hombre ya mayor, de cerca de ciento diez años, estaba entre los comandantes que Paulov había cambiado de destino. Sin embargo, como descubrió Churruca, su lealtad al orden constitucional estaba fuera de toda duda, y así lo demostró en los meses siguientes.

El primer enfrentamiento serio ente Torres y Churruca ocurrió en el mismo momento en que aquella puso un pie en el Halcón. En presencia de la comandante del crucero ordenó que la llevaran a ver al vicealmirante inmediatamente, sin atender a la recepción preparada, y sin molestarse en dedicar una palabra amable. Informado de la falta de tacto de la general, Churruca la hizo esperar casi media hora en la antesala de su despacho, hasta el punto de que su ayuda de cámara estuvo a punto de ser agredido.

Ese fue el momento que el mando de la Armada había estado esperando. Abrió la puerta para con su mera presencia ante la violencia de la mujer dejarla en una posición de desventaja.

Al parecer, el asalto verbal entre ambos fue fiero. Los presentes dijeron que Churruca no llegó en ningún momento a alzar la voz. Lamentablemente, los registros sonoros de aquel encuentro se han perdido.

Siguiendo el esquema que se puede leer en los libros de la época sobre el tema, con la única excepción del Tratado en defensa de la general Cristina Torres, la oficial de las Tropas de Desembarco intentó imponer su autoridad sobre Churruca, aferrándose a su mayor veteranía en el empleo (recuerdo a mis lectores, que los cargos de vicealmirante y general de división son análogos). No obstante, las ordenanzas generales indicaban que en campañas militares que dependan de unidades espaciales, como es el caso de un desembarco, el mando corresponde al oficial de la Armada.

Después de fracasado ese intento, trató de conseguir al menos mando directo sobre algunas fragatas para que apoyaran el asalto a la superficie sin tener que pasar por un largo canal. También eso le fue negado. Churruca sabía que una cadena de mando corta es fundamental en tiempos de guerra, pero también sabía muy bien que en Regina Sacra no había nada parecido a un ejército.

Según dejó escrito en sus memorias, su principal problema era no permitir que en el planeta ocurriese una carnicería sobre millones de habitantes indefensos... pero aún no sabía cómo.

Torres salió indignada de aquella primera reunión, ya que ni siquiera consiguió jurisdicción sobre los cazas de desembarco. Su única opción hasta completar su despliegue eran los Mk.19 de la brigada de Thomason, que estaba muy poco dispuesto a colaborar. Después de todo, se le había quitado el mando de una operación que estaba llevando de manera excelente en favor de lo que definió como "unos fanáticos peligrosos".

Durante los siguientes días, la "Fuerza de Elite" ocupó los principales núcleos de población, utilizando todos los medios a su alcance. Bombardeó núcleos urbanos, usó blindados para bloquear a ciudadanos desarmados, y tropas para registrar casa por casa, saltándose todos los protocolos sobre libertades personales y derechos humanos con el pretexto de "buscar criminales".

El grupo de periodistas de Andrómeda fue expulsado inmediatamente y, ante sus intentos por volver a establecerse, fueron recibidos a tiros en dos ocasiones, lo que provocó una protesta formal del gobierno andromedano ante el Consejo de Colonias, y un nuevo ataque verbal de Azhid y del embajador ante el Consejo.

El pequeño yate seguía en órbita, y grabando los excesos de las tropas sobre la población. Torres intentó interceptarlo en varias ocasiones, pero no los novísimos Mk.20 con los que estaba equipada tenían el techo de vuelo suficiente para realizar el trabajo.

Frustrada, e intentando por todos los medios que sus operaciones no trajeran repercusiones interplanetarias, la general solicitó de Churruca que interrumpiese las actividades de la HTA. Pero el almirante sabía que interceptar un buque militar traería más consecuencias que dejar que siguiese en órbita. Eso sin contar con que Andrómeda era un buen aliado en la lucha contra los piratas.

Además, estaba totalmente en desacuerdo con lo que estaba ocurriendo en el planeta. Los informes de la holovisión apenas arañaban la superficie de lo que ocurría. Thomason, una y otra vez, le imploraba que interviniese. Sus propias tropas estaban tremendamente desmoralizadas ante lo que la división de "Elite" estaba haciendo en las ciudades. En un par de ocasiones, los Mk.19 habían realizado fintas con los Mk.20 para evitar que llevasen a cabo sus ataques. Sin embargo, Churruca estaba atado de pies y manos por las órdenes del Estado Mayor.

Algo ocurrió, no obstante, que representó la gota que colmó el vaso. Las fuentes difieren sobre qué fue ese momento. Algunos afirman que fue la evidencia recogida en holovisión por un equipo de exploradores de la brigada de Thomason en los que se mostraba la ejecución a sangre fría de un abundante grupo de civiles cuyo único crimen era vivir en el planeta equivocado. Otros afirman que fue el bombardeo de un colegio en la capital... a hora de clase. Unos terceros dicen que fue el hallazgo de fosas comunes con cuerpos de niños.

Lo cierto es que los tres hechos ocurrieron, y en más de una ocasión. Y no sabemos por qué en esa precisa ocasión reaccionó Churruca. Pero el hecho confirmado es que el 8 de Mayo del 963, apoyado por todo el Consejo de Mando, incluida la brigada de las Tropas de Desembarco y los infantes espaciales, la Fuerza de Tareas 58 exigió el inmediato alto el fuego y la retirada de las tropas de las ciudades de Regina Sacra. Sabiendo las repercusiones que su acto iba a tener, al oponerse directamente a una orden del jefe de la Fuerzas Armadas, es decir, el presidente Azhid, Churruca mandó módulos de comunicaciones con las evidencias y su resolución a Presidencia, al Estado Mayor y al Consejo de Colonias.

En esos momentos, La Tierra se encontraba más aislada que nunca. No sólo eran las espeluznantes noticias que llegaban con cierta regularidad desde Regina Sacra, sino toda la actuación nacional e internacional. A la brutal represión de los ciudadanos disconformes de la propia Tierra y sus colonias, se añadía el intento de boicot a los planetas libres que podían suponer un rival en cualquier ámbito.

Como resultado, los veintitrés miembros del Consejo de Colonias excluida La Tierra adoptaron una serie de medidas restrictivas, incluso amenazaron con modificar los estatutos de la propia organización para expulsar al planeta madre.

Ante ese hecho, Azhid comenzó a estudiar la posibilidad de declarar una guerra contra todos ellos, pero el Estado Mayor fue capaz de convencerle de que una acción así era un suicidio: ninguna potencia tenía poder suficiente para vencer en un campo tan extenso.

En Regina Sacra, Torres estaba aislada y, de no haber sido el propio Churruca el que mandó un reporte con su oposición a las órdenes, nadie hubiera sabido lo que pasaba.

La general sabía que su posición era vulnerable, a merced de los bombardeos orbitales y los ataques de los cazas de desembarco y de la brigada de Thomason, pero no creía que realmente pudieran tener lugar... una cosa era exigir una retirada, y otra diferente iniciar una guerra contra tus compañeros. Así que continuó su "operación de limpieza" que, según los documentos capturados posteriormente por Churruca consistía en eliminar a todo aquel que pudiera tener la más mínima relación con los piratas que, mientras tanto, seguían llevando a cabo sus sangrientos actos a lo largo de todas las rutas comerciales, con una inusitada crudeza "hasta que Regina Sacra deje de estar invadida".

Intentaban con eso despertar las simpatías de los otros mundos, que en ningún momento dejaron de considerarlos como terroristas, y fueron perseguidos por todas las policías y armadas. A efectos prácticos, la única diferencia fue la cancelación de los tratados de extradición con La Tierra, aplicando el principio de universalidad de las leyes, aprobado en el Consejo de Colonias en abril del 963 para casos de piratería.

Churruca, mientras tanto, no iba a permitir el genocidio, por lo que dio orden, el 11 de mayo, tras ser repetidamente ignorado por las "Fuerzas de Élite", de iniciar operaciones de aviso.

La primera tuvo lugar cuando cuatro Mk.20 de Torres se dirigían a bombardear una planta industrial cerca de la capital, en la que se sospechaba que pudiera haber material militar, pero lo único comprobado es que había un gran número de trabajadores inocentes. Los servicios de inteligencia, al pie del cañón, transmitieron la información, y dos Mk.88 fueron enviados a interceptarlos.

La forma de combatir de un caza de desembarco y de un avión antigravitatorio son totalmente diferentes. El primero es terriblemente voluminoso y muy poco maniobrable, por lo que evita siempre llegar al combate evolucionante, que es precisamente el punto fuerte del segundo, capaz de pasar de vuelo estacionario a varias veces la velocidad del sonido, y a girar en poco más de diez veces su longitud.

Los primeros disponen a su favor de una velocidad que supera Mach 15, un enorme juego de sensores y contramedidas, una capacidad de carga superior a dos veces la masa de un avión estándar y una resistencia a los daños enorme. El Mk.88 era capaz de volver a su base en órbita con varios impactos de los pequeños misiles Rayo que llevaban los Mk.20, sin la larga nariz de sensores (casi cuarenta metros), y con un motor de menos. Con hasta tres motores (de los cuatro que tiene) fuera de servicio, era capaz de aterrizar con seguridad en una base terrestre.

Los segundos tienen como principal ventaja su pequeño tamaño y su maniobrabilidad, que le permite esquivar la mayor parte de misiles de tamaño medio y grande... si los ven venir.

Así pues, los dos cazas de Churruca cruzaron la senda de vuelo de los aviones de Torres para obligarlos a retirarse. En lugar de eso, los cuatro Mk.20 decidieron pasar a la ofensiva, y después de dos series de fintas, uno de los pequeños aparatos lanzaba un misil Rayo a unos trescientos metros del primero de los cazas. El sistema automático de contramedidas lanzó un interceptador que falló. El arma impactó encima de una de las superficies de control, sin causar daños serios.

A pesar de tener permiso para responder, los dos cazas se negaron a abrir fuego sobre sus compañeros, y volvieron a su base.

Al día siguiente, una patrulla de exploración de Thomason fue atacada por una compañía de Torres, quedando bloqueada en un desfiladero al sur de la ciudad de Regina.

En ese encuentro se demostró que "de élite" tan sólo tenían el nombre, y los 15 soldados mantuvieron a raya durante horas a sus enemigos. No obstante, Torres movió más fuerzas, y fue necesario montar una operación de rescate.

Cuando los vehículos de evacuación se aproximaban, dos Mk.88 en función de AWACS detectaron una escuadra de interceptores Mk.20 en dirección a la zona, y recibieron la orden de interceptarlos.

En lugar de adoptar una aproximación pasiva, desde ciento cincuenta kilómetros, los dos Mk.88 lanzaron señales de radar a sus supuestos enemigos, para que estos interrumpieran el ataque. En respuesta, la patrulla se dividió, y mientras el grueso se dirigía hacia los transportes de evacuación, el resto adoptó una actitud ofensiva hacia los cazas de desembarco.

Las tripulaciones de Churruca tenían apenas unos segundos para decidir qué hacer antes de que los Mk.20 llegasen a distancia de tiro de los transportes

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